Cuando se va con un adiós definitivo
quien tantas horas de zozobra y de dicha
contigo ha gozado y sufrido, es de lo más
natural plantearse si vale la pena seguir vivo,
sesenta años son tantos que valen varias vidas,
para que una sola te expulse de este único paraíso.
!Cuantos trenes, cuantos autobuses!
cuantos paseos, solos pero nunca solitarios,
cuantas sonrisas compartidas, cuantos guiños
a la vida, cuantos siléncios, cuantos cantos
de esperanza compartidos, hasta llegar a este
último viaje solo de ida con el único gran consuelo
de haber vivido!