Y cuando el Sol y la luna se besaron
fueron muchos los cometarios…
Un amor encendido por el verano,
donde las estrellas iluminaron el hado,
y pintaron nubes en un cielo azulado,
con planetas, satélites y astros,
que giraban en un mundo anonadado,
que clamaba luz, como en un comienzo,
pues la Luna y el Sol no habían regresado,
seguían en su Júpiter adorado;
y los luceros alumbraban débil los llanos,
montañas, ríos, mares, urbes y pueblos.
La tierra celosa por el amor solar,
y su íntima relación satelital.
Sus días y noches podrían colapsar,
una guerra galáctica pudiera explotar.
Por eso los llama, y los quiere casar,
en nuestro planeta, a la orilla del mar,
evitar la crisis y la oscuridad total.
Que sus ciclos volvieran a andar,
y sus estaciones a funcionar.