Si pudiese llorar
mientras
el día se oculta
de la noche.
Si pudiera
regresar
una vez más
al amanecer
de tu mirar
a tus manos de niña
a la alegría de correr
en los juegos
de la inocencia.
Si retornase
a esa despedida
que sabías
definitiva
con las manos entrelazadas
Y las miradas
húmedas
sin llanto
en gargantas cerradas
sin palabras
despedida sellada
con un beso
el primero
que nos hizo
saber
lo que no sabíamos
de la inocente
amistad
para
ser amantes.
Y aún lo somos
ante el abismo del tiempo.
Han pasado tantas vidas
y el recuerdo
retorna
como un fantasma
en una realidad
que se desvanece en el horizonte.