La vida colocó una mesa en mi sendero
el vino exquisito posaba;
con un protagonismo más grande que el del sol.
Confieso que bebí vino
tanto que me embriague como nunca
en un rito que se ejercía;
como si fuera inminente el apocalipsis.
Mis besos se acincelaron sin medida
en tu cuerpo de Diosa Inmaculada
acaricié una y otra vez tu geografía
y al hielo de tu ser; le prendí una fogata.
Tus gestos y piel
se grabaron en el modo imborrable
cuando activo aquel recuerdo
siento como la sangre hierve y arde.
Fertilicé tus predios sagrados
con el elixir de semanas
si mañana hay sequía
solo activa tu memoria imborrable
recuerda como hicimos del 2 un 1
con la aritmética de nuestras almas.
(Hasta tus sombras me recuerdan).