Se convierte en la canción más bonita del mundo,
cuando a mis deseos con ardiente aliciente él responde:
“Cuando quieras, donde quieras,
el sitio que mejor prefieras,
con todo nuestro amor los dos”…
Logra tocar mi blanco indefenso y de pasión perfecto,
cuando la opulencia de sus labios así me lo proponen,
en trémulo urgente de gozo completa me convierto
y con la flama de excitación a la que él me conduce le refiero:
“Tú sabes que yo te diré: ¡Quiéreme!…
Porque nuestros encuentros no tienen inhibiciones
desmesuradamente saben fundirse nuestras almas,
son nuestras horas un mar jadeante de pasión, amor y deseos
por eso yo siempre también diré:
“Cuando quieras, donde quieras”