En cada lunar tienes un poema
y un acantilado en cada curva de tu cuerpo,
por el que se precipitan mis ojos cada vez que te observo.
Sé que es muy cursi y que alguien lo habrá escrito
en la piel de un estornino.
Pero también lo es decir que las mariposas vuelan
para poder beber de tu sonrisa.
Y vale, de acuerdo, no puedo remediarlo;
siempre me dices que le haga un torniquete a mis poemas
para que no se desangre mi romanticismo,
que no debo enamorarme de las nubes,
- de esas que se quedan a solas con el cielo
y esconden detrás la estela de algún cometa -
pero acabo olvidándolo al ver que tu corazón,
de vez en cuando, lleva el cartel de \"se traspasa\"
y mi cuenta de besos está en números rojos.
En fin, pensar que cuanto te marches,
estos solitarios versos,
aparecerán mal apagados en un cenicero.