Los vientos del norte y los vientos del sur,
peleándose están por tu barco y sus velas.
Las olas del mar entrarán en su albur,
el rayo y su trueno, que al juego es tahúr,
y el sol y la luna serán centinelas.
No valen los remos de mil marineros,
si el mar con sus fuerzas te dice -“regresa”-
si nunca has remado no va en la cabeza,
luchar contra el viento y querer ser primeros.
Las ganas y el llanto jamás son destreza.
Allí donde todos sembraron sus sueños,
dejaron los pasos sus huellas marcadas,
quedando migajas de historias colmadas
de anhelos de pan, esperanzas sin dueños
y risas alegres allí abandonadas.
Tu barco va lleno de sueños ajenos,
y cada cabeza rebosa esperanzas.
Durmiendo en colchones de mil añoranzas,
tan solo los niños parecen serenos,
y el mar y los vientos conspiran alianzas.
Las gotas de lluvia tus lágrimas bañan,
las olas enjuagan tu cara y tu ropa,
el mástil al viento y el mar en la popa,
el rayo y el trueno con furia se ensañan,
y en sombras nocturnas tu barco se arropa.
La noche se aleja después de la fiesta,
y el día se extiende cuan tibio y brillante;
Desorden y llantos encuentra adelante,
-¡oh!- ¡fe y esperanza!- ninguna contesta,
y el barco se hunde callado y menguante.
Los brillos del alba titilan contentos,
y adornan las olas hermosos colores,
chalecos inflados parecen ser flores,
más no son alegres aquellos momentos,
bañados de llantos, de miedos y horrores.
En aguas saladas los sueños se hunden,
y algunos esperan en la superficie.
quizás tanta lucha sin par te desquicie,
pues, sueños bañados de sal te confunden;
Tal vez sea la muerte, la que te acaricie.
El sueño pisando la playa te insiste,
el tiempo es muy poco, la fuerza no alcanza,
más siempre, si hay vida también esperanza,
y habiendo esperanza, la vida resiste,
más tanta es la lucha, que el cuerpo se cansa.
Del barco, el recuerdo quedó de la quilla,
del sueño, aún queda esperanza y anhelo,
muy pocos pondrán paso firme en el suelo,
muy pocos podrán sentir firme la orilla,
y cientos de sueños, ya vuelan al cielo.
Dejaste tu tierra queriendo ser libre,
y aquí en tierra ajena, naufraga tu barco,
no ves en el cielo colores de un arco,
que te alce en el aire y en paz te equilibre.
Hoy es brisa el viento y el mar simple charco.
Muy pronto la tarde traerá pescadores,
cantando y llenando su frágil piragua,
tu mente cansada, finales ya fragua,
brindando a la noche tus grandes dolores,
y el día te encuentra… durmiendo en el agua.