Me subo a la galera que ya tiene destino,
el marinero que me espera en tierra tiene como son de guitarra clarificar y glorificar mi esencia de mujer,
me espera en firme para que sea la inquilina de por vida de sus océanos,
la dueña de su bandera,
el ancla que acabe sus dudas,
guardiana de su proa.
Seré faro en las noches que no le cobijen mis brazos,
y cuando se asome la tempestad,
entrelazaremos nuestras almas,
nuestros cuerpos,
más que unidos que separados,
calmaremos el ímpetu de esas aguas que ya muy tarde pretendían naufragar nuestra barca.
En tierra o en agua no cesarán nuestros besos,
promesa de nuestro hogar,
fortaleza de este amor.
El marinero que me esperaba a orillas del mar,
razón de mi vida, mi fé,
me asegura a su existencia de por vida.
Para que jamás otras aguas o tal vez otros barco
tengan la osadía de pretender sumergir nuestro velero
LoreCruz
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2017