Hoy no parece hoy,
quizá Dios no me hizo caso.
Cerca de mis manos el fracaso,
pregunto cada día: ¿Quién soy?
A pesar del lamento y las circunstancias,
lloro a mares de distancia,
sin saber que se apagaron mis ansias:
tu pérdida, amada mía; mi desgracia.
Luego del refrán, que es difícil de olvidar:
\"Llorando viniste al mundo, pero riéndote tendrás que irte\",
anhelo si quiera despedirme
de mi corazón que murió en manos del azar.
Llora y ya no sufras más...