Se me cierne el silencio y la quietud,
y es la pulcra exactitud de mi desprecio
la talante amaritud en la que ennecio
cual Lutecio incontenible, solitud.
La marea insoslayable del pensar,
un creciente renegar a lo innegable,
la vertiente al desandar lo confinable
en el dable impertinente del penar.
¿Qué razones inmiscuyen esta grima?
Este clima de pesar y desazones
va a durar ¿Es que no saben, corazones
recobrar en las pasiones lo que anima?
Es mi ausente condición lo que me invita
y me excita hacer del viento un confidente,
asestando a este silencio un golpe fuerte,
más pensando aquella suerte que me evita.
¿Es sonido el del sollozo que musita
cual tirita en mi pensar, tiene esto brío?
¿O es un vano remediar muy más sombrío,
el desvarío del sopeso que se grita?
Una solución tan cómplice al problema
el emblema de una mente ya en un vórtice
que abstinente de su calma es un acapice
el matice algo dual de su teorema.
Se cierran mis ojos y su peso describe
aquello que vive en todos mis despojos,
soy tanto proclive a mis grises arrojos
como a los desalojos del dolor que escriben…