Levantó la cadera de las sábanas y dijo:
\"necesito un poco de poesía \"
y yo,
incauta,
elevada,
taciturna,
no pude imaginar nada,
porque así es él,
impredecible,
no sabes si va o si viene,
si levita o está cayendo,
si se calla o grita en ecos mudos,
así es él.
…
Volvió de puntillas
cargando su libro,
un libro de fotografía,
y no pude evitar pensar
que cada instante que mis ojos le hacen fotos,
cada milímetro suyo,
con sus líneas,
con sus texturas,
y colores,
se vuelven parte de una antología poética.
Él,
impredecible,
es poesía
y mis ojos una cámara fija,
una amante de su imagen.