Besos y caricias hice desplegar por tu piel;
fueron los insumos de un universo mágico
que juntos comenzamos a tejer.
La aritmética de nuestras almas
hizo del dos un uno
un teorema se desbordó de nuestro rito
mientras las sombras parecìan converger.
Me susurraste que nunca habías sentido cosa igual
alimentaste a mi ego, a mi vanidad
vi correr tus lágrimas etéreas
enemistadas con la tristeza
pero embelesadas con una insospechada felicidad.
Me vacié en ti como una lluvia de verano
como queriendo nutrir con un huracán a los campos áridos
recibiste el elixir de los Dioses: una y otra vez
cual niño jugando con su emboque.
El universo que creamos persiste
alimentado por la memoría de nuestra piel
quiza tu y yo podemos distar
pero cuando miremos al cielo
cualquier brillo será confundido con el universo que creamos
y será indefectible nuestra intersección.