El rosal de la doncella
El citadino amante ¡conquistador!
subió al monte al desflorar la fragante y tersa rosa...
¡ah, húmeda e imberbe, ansiosa rosa,
¡que la noche despierte a los pájaros dormidos!;
y bebiere de su piel sin mancha el licor de sus pétalos
de su vientre virgen;
embriagarse hasta el alba,
al brindis y oraciones en la noche,
y la noche a sus duendes soltare,
y sonriere la luna, y las sombras cálidas ternuras fluyeren,
orgasmos locos,
sueños en los vientos;
¡vino que asesinare las conciencias!
sin embargo, eran gloria ¡gloria de ángeles sin gloria…!
No hubo bataholas,
ni faroles indiscretos,
solo afanes y sosiegos…
Les dijeron que pecaron y ¿pecaron?
Eran euforia ¡amaron!
Olvidaron sus infiernos,
sus desdichas,
sus desvelos;
los frutos prohibidos de la virgen tormentas amaron
¡y, aún, así amaron!
Los pìstilos encendidos expusieron
la divina gloria que abría
el camino húmedo y tibio de ilusiones rosa,
donde mueren los sueños en convexidades al tiempo
¡El rosal ardiente y desvirgado de la bella!
abrasó, del amante, el erecto prohibido…
23-10-16
Autor: Rudavall ¡luz y sombra!
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