santiago calderon

A Mónica

Mónica
La piel de tu rostro encierra tu alma ensimismada,
Tus pasos audaces a veces,
Y torpes otras tantas,
Me invitan a andar
Me invitan a seguirte
Sugieren tu cielo y tus alas,
Y yo quiero seguirte,
Y tus ojos, a veces,
Me miran;
Y Yo quiero verte
Y que a través de mis ojos el mundo te mire como yo también;
Blanca y de cristal.

Yo quiero decirte
Que te quiero,
que de veras te quiero,
Que no importan ya la imposibilidad tan obvia,
Ni la luz de mis pobres años,
Ni que todo el mundo quiera aplastarnos de veras mientras nos acusan.

Mónica
Yo tengo para darte un corazón maltrecho,
Que batalló por siglos y siglas
De pesar y pesadumbre.
Estas manos pesadas
Llenas de caricias y de cicatrices,
Que se hacen y deshacen en el vaivén de tu cuerpo.
Es cierto que la noche y la vida,
Y que la ausencia a veces,
Y que el destino otras tantas,
Que el pasado nos persigue,
Que el adiós se asoma,
Que la esperanza desfallece,
Es cierto, es cierto.
Pero me quieres
Y a través de tu amor
Y de tu paciencia
Curtida y longeva;
Yo vivo.
Y respiro tus notas,
Mientras cantas tus sueños
Al oído.

Mónica,
Ya todo es inútil,
Eres mía ya sin ti misma
Y tuyo soy;
Entera,
Eternamente