Conocí el calor en tu piel blanca
que quemaba como sol de mediodía
mientras eras más mío que mi alma,
mientras era más tuya que tu vida.
y hoy me pregunto helada en mi tormento:
¿Quién calentará tu cuerpo en el invierno?
Me abrí a ti, cual jacinto en primavera,
tú caíste como hojas en el suelo;
respiré de tu olor hasta guardarlo
y volverlo el perfume de mis sueños.
Tu sudor con el mío se mezclaba
cual corrientes de ríos afluentes,
y tus ojos alumbraban las penumbras
de las noches que persisten en mi mente.
Y no dejo de pensar en mi tormento:
¿Quién calentará tu cuerpo en el invierno?
Te quitaba los abrigos con locura
sin piedad por las nubes de tu aliento,
para verte temblar desprotegido
y quemar con mi ardor todo tu cuerpo.
Cicatrices, estrías y defectos:
Pinceladas que componen esa obra
que pinto cada vez que te recuerdo
en el lienzo que tejiste en mi memoria.
Ahora que yaces lejos, tengo frío,
pero tiemblo más de celos y de rabia
cuando me pregunto helada en mi tormento:
¿Quién calentará tu cuerpo en el invierno?
Tu boca fue mi fruta favorita,
tu sabor, mi delirio más enfermo,
tu saliva, manantial de agua bendita
que calmaba mi sed en el infierno.
Y aunque el tiempo marchita nuestras flores
Y en la piel se disipan nuestros ecos,
cada noche me pregunto en mi tormento:
¿Quién calentará tu cuerpo en el invierno?