¡MALAJEANDO!
Me levanté esta mañana
con aires de Emperadora,
rápido abrí la ventana
¡y ya no me dio la gana
de pasar la aspiradora!
_\"¿¡ Limpiar ahora!? ¡Ni hablar!
Hace un espléndido día,
quiero beber su alegría
y lo voy a disfrutar.
Así que... ¡la calle es mía!\"
Me di un bañito de espuma,
me vesti, me perfumé,
con tacones me calcé
-pues, su altura no me abruma-
y a la calle me lancé.
Al pasar por una obra
un albañil sandunguero,
me dijo: \"niña yo quiero
la gracia que a ti te sobra
con ese andar jaranero\"
\"¡Vaya, faltaba un gracioso!\"
respondí con cara seria.
(Pues los \"pollitos de feria\"
me molestan con su acoso
y me provocan histeria).
Mi mirada despectiva
le fue de pies a cabeza
y luego con gra presteza
y con andares de diva,
fui a tomar una cerveza.
Me la tomé bien fresquita.
en la terraza de enfrente.
\"El albañil insolente
la mirada no me quita\"
pensé y se nubló mi mente.
Me levanté decidida
a cantarle las cuarenta,
su mirada era una afrenta.
Mi rabia mal contenida
fue furibunda tormenta.
Di dos pasos por la acera,
¡por Dios que mala fortuna!
pisé un hueso de aceituna
y caí cual larga era
sobre durísima cuna.
Desde la acera de enfrente
me miraba el albañil
con ojos color añil.
Se echó a reír de repente
con risa muy \"malajil\"
Me levanté despacito,
me atusé falda y chaqueta
bajo su mirada inquieta,
y le dije muy bajito
mirando fija su jeta:
\"¿Le hizo gracia mi caída,
majadero hasta el derroche?
¡Eres tan sólo un fantoche!\"
Y a la situación vivida
seguí poniéndole el broche:
_\"¿Te crees Don Juan Tenorio?
¿Así es cómo tú te ves?
¡ pues, no eres ni su revés!
eso es público y notorio
y como no hay dos sin tres...
Lamento ser inclemente
mi estimado caballero.
¡yo me caigo cuando quiero!
y su cara es totalmente
como un cardo borriquero.\"
Y... lo siento, fui malaje.
No le puse zancadilla...
¡taconazo en la espinilla
y se murió de coraje
aunque le acerqué una silla!