De ti nacen los vientos
que arrebatan mis alas,
me derribas, me elevas
según las direcciones de tu alma.
Y yo que no pongo resistencia
me dejo llevar por tus pupilas
brillando como oro en roca dura
o escondiendo mi luz de tu presencia.
Pero llega la hora
del surgir del volcán que llevo dentro
y rechazo tus tiranos besos
que marchan al vaivén de tus pesares.
Entonces me rebelo
camino hacia el borde de lo nuestro
y descubro otro mundo que me ofrece el viento
que no es viento tuyo,
sino del firmamento
que me invita a volar en otros cielos
de alturas jamás vistas
de sueños que despiertan mi universo
y me quedo con ello,
y marcho, y vuelo...