Sorpresivamente
llega tu belleza,
cómo lluvia
en día claro,
inesperada y rápida,
expandiéndose
sobre las flores.
Me miras y te miro,
disparas la mirada
hasta mis ojos,
que se pegan
sobre tu ropa,
imaginando paso a paso
la ruta que seguirán las manos.
Se encienden frescas
las memorias
al fondo del pecho,
rodando hasta
las puntas de los dedos,
que vibran como el agua
cuando tu la pisas.
En la boca comienza
a arder el sabor
de un beso,
mientras la voz se esconde,
y los cuerpos
van dibujándose
para los abrazos.