Tu lengua me reta,
a ser atrevida,
osada,
inquieta.
Bebes a sorbos mis líneas,
alientas a mi desnudez,
observas mis surcos,
tu osada pretensión, secar mi humedad.
Te acercas bordeando los linderos del deseo,
brotando y delinquiendo en mis temores,
acechando en ese temblor cuando puedo sentir tu hombría cerca.
¡Quiero dejar de escribir que el goteo de tu carne templada
es la resurrección de mi boca callada!
Y ese cielo azul que tanto soñé,
lo araño de tarde en vez en tu espalda.
Entre líneas dejar de trazar que las tardes son largas,
mojadas,
lluviosas,
cuando no es tu bastón de hombre
el que le da a esos ocasos
cosquilleo a mi entre pierna.
Dejar de recitar que la rigidez de mis pezones
se desploma ante el azúcar de tu boca,
mas toman vida
cuando con tus dedos pellizcas el umbral de su pueblo.
Dejar de transcribir que lo más profundo de mi dialecto te ha sentido,
llegando a lubricar la arteria pulmonar de mi grieta.
No más letras de mis glúteos en tu invierno,
ni tú invierno haciendo vaivén en mi otoño.
Desaparece las letras fantasiosas de mi vida,
ven a clavar tu falo de existencia en mi raja impetuosa,
vehemente de deseo.
Quiero cabalgar en ti,
ya no más en mis prosas.
Te quiero aquí,
enquistado en mi sexo,
amarrada a tu tronco de existencia.
LoreCruz
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2017