Venezuela sufre por la negación de su potencia
acto que es contrario a sí mismo
agresiones cual berrinche, y la culpa siempre es ajena
pedimos fuerzas extranjeras
medicina y comida de otras tierras
o que de Miraflores nos vuelvan henchidos
somos brío, lío, vuelto personal, político
y la alteridad es patológica
por sub-banderas que enajenan
entre avenidas, el oprobio estólido hace gozo entre prójimos
“¡Dios ha muerto!” ¡Mírame; lo hemos asesinado!
en el culmen de las cúpulas sed, gula, angustia
se juega con la marginalidad
se niega que todos somos el mismo humus, el más fértil
la misma tierra; Venezuela.
Adolfo D\'Erizans.