Receso.
No obstante a eso,
Manos unidas.
Practican ahora,
La danza ocular.
Miradas de complicidad,
Brillan como ojos de
Lechuza,
En la espesa,
Y negruna noche.
No hablan pero escuchan.
Sus latidos comienzan
La sincronización.
-Diríjanse a donde
Haya habido,
Una muerte occisa,
Y pasen allí
Reflexionando
Hasta el amanecer.
Para volver a la casona.
Ya crujen sus peldaños,
Ya tiemblan sus ladrillos,
Ya grita por su regreso,
Ya esconde los rastros,
Ya ansia sus restos,
Sepulcrales
Y semi descubiertos.
Calabozo subterráneo,
En su jardín.
Cercano al molino.
Para demostrar;
Su servicio,
Su apoyo,
Su obediencia,
Y su pertenencia.
Alimentándose
Energéticamente,
De todas ellas.
Para reanimarse,
Vilmente
Resucitarse.
Inhumando,
Sacrificándolas,
A ellas,
Magistrales doncellas.
Nada que acompleje,
Hay que acostumbrarse.
La dueña y sus reglas.
Domina y vampiriza,
A toda pasajera,
En trance.
¡Ven y forma parte!
JULIETA IALLORENZI
PATENTADO EN SADAIC Y DNDA
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