Una caricia de calidez para mi corazón
No era ningún espejismo a engañar mi vista cautelosa,
sino una princesa de Núbia de la sangre real,
hija del Rey de Kush,
faraón sobre el dominio conquistador de Egipto
El medianoche hechicera era la hora,
cuando tal gracia nubíl contemplé
su belleza iluminada por las llamas de antorchas
una caricia de calidez para mi corazón
Su piel sensual de seda azabache,
sus ojos siderales de profundo resplandor,
su sonrisa de labios opulentos,
seducía mi rebelde testosterona,
usurpadora de mi mesura incauto
Ay, la libertad a cortejar nunca era mi privilegio,
la elección para amar por otros se decreta,
y a ellos de rango inferior se ordenan
a aceptar puertas trancadas y entrada prohibida
La foto por cortesía de Jérome Coppo
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