En un momento
imploré su presencia
mi sangre
fluía con la fuerza
del mar bravío
el arma
en mis manos
buscaba un blanco
donde descargarse.
Caminaba
sin pensarlo
en la penumbra
del bosque
no importaba mi vida
mucho menos
la de ellos
solo el metal
su peso
y mis manos
podían adormecer
la pena
y esa rabia
……
que llevan la venganza.
Todos muertos
los amores
de cada uno
emboscados
sin defensa.
Ella agonizante
en el último beso
en ese abrazo
quedó
con mi alma
de mortaja
lo único que tenía
para darle.
Ahora solo queda
encontrarlos
y preguntar
a Dios
por qué soy yo
quién
camina
hacia la tragedia
en búsqueda
del perdón
de quienes me amaron
vengando
el destino
muriendo en el olvido.