ALVARO J. MARQUEZ

PROTAGONISTAS NEGADOS

“Pudimos amar, amar mucho, sentir,/ estar lejos y necesitarnos…/ pero al final, a la hora de elegir…/ elegimos olvidarnos”.

 

Un día llegué a tu vida, era un día común,

un día de aquellos que catalogamos según

cómo desde el amanecer nos haya ido…

Con magia en tu mirada supiste captarme

y un deseo extraño y repentino de quedarme

mi sentir y mi pensamiento había invadido.

 

Y conversamos… y nos reímos… y ya sabes,

el amor abrió sus puertas y nos dio las llaves

y hasta una contraseña para ponerle cerrojos.

Una historia comenzó a escribirse con calma,

un bello sentimiento se dibujaba en el alma

y su brillo, sus trazos, reflejados en los ojos.

 

Hubo risas, sin necesidad alguna de un chiste,

era feliz sólo porque te vi y tú porque me viste

y estar así, juntos, al tiempo parecía detenerlo…

Tu, mujer bella, al amar aun más bella fuiste;

yo, siempre tan solitario, melancólico, triste…

no era un hombre feliz y empezaba a parecerlo.

 

Pero nuestra condición de humanos nos venció,

la duda, la mentira, todo junto se nos presentó

y había diferencias marcadas en nuestros tratos.

Rápidamente todas nuestras cosas cambiaban

y los trazos del amor que en el alma se trazaban,

comenzaron a parecer simples y tristes garabatos.

 

Atrás estaban quedando tantas alegrías de los dos,

y aquellas llaves que nos dio el amor… ¡sabrá Dios!

en cuál laberinto del olvido se fueron quedando…

Las risas que antes con frecuencia se escuchaban,

en casi nada a las risas de antes se asemejaban

y la magia que había en tu mirar… se fue apagando.

 

No hay que dejar que entren las terribles dudas,

nuestras almas sin amor se nos quedan desnudas

y se llenan de tristeza momentos en la memoria.

Tuvimos la oportunidad de ser los protagonistas

de un amor único, con escenas de amor ya listas,

pero ni tú ni yo supimos nunca escribir la historia.

 

Hoy cada uno por su lado, yo por aquí y tú… no sé,

tenemos claro que así como vino el amor se nos fue

y que hemos permitido que maltratado sucumba.

Un perdón tal vez por orgullo nunca lo pidamos,

es que el amor ya muerto, ni cuenta nos damos,

quedó como un difunto… sin flores en su tumba.

 

Original de Álvaro Márquez
Caracas, Venezuela
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