Quiero que la próxima vez sea un
encuentro en el que solo nos miremos,
no se emita ni una palabra,
pasemos de mirarnos a desnudarnos,
sólo se escuche la eufórica
respiración compuesta por gemidos
y aplausos de la piel celebrando.
Viendo, percatando nuestras
pieles inflamadas por el flujo sanguíneo,
que las endorfinas tengan
todo el protagonismo.
Aún así que solo se oiga la humedad
el roce y la continuación de los aplausos,
conviertas los gemidos en gritos
que las gotas de sal choquen contra el suelo,
dando primicia al acto, que
súbitamente la temperatura baje
y comience el vértigo por la altura
en desliz por el cielo que
no exista espacio divergente,
hasta lograr un aterrizaje
en picada que a la misma
vez toquemos suelo con
el bamboleo de una pluma...