Casi olvido.
No es ahora, atardecer,
ni otro tiempo;
es en tela de sueños,
como luz y niebla,
como verbo y silencio,
que llegas mujer.
Con cejas de mar
y lágrima de encina.
Con rosa cicatriz
en patio de luces.
Llegas azul madrugada,
ataviada de sueños
recién despiertos.
Como viento herido
de sábanas y tabaco.
Desafiando coro de ventanas
y aromas tostados.
Tumbada sobre saliva
y lunares,
subordino mi dilema
al labio rojo.
Eres mujer carne viva,
tacones sobre arcilla,
gacela a lomo de fiera,
arrecife en asfalto.
Hipotenusa de un antojo
bajo tu espalda,
donde navega tu pelo
para dormir la marea.
No es en tela de sueños,
mujer,
que recoges el sol
de tu pecho
y dejas la puerta
arrancada.
Aroma a centeno
y acera
a helecho bajo dintel.
No es ahora, amanecer,
ni otro tiempo;
te alejas tras el cristal,
de vuelta a la cicatriz,
morada mía.