La primavera estalla mañana, tarde, vermut y noche en circos arcoíris de traslucidos encajes y cabriolas alocadas, payasos de torbellinos alborotan y lustran la tierra de multicolores gracias, fluyen y fluyen haciendo malabares en trapecios vivaces la matizada realeza y la plebe de las fulgurantes mariposas monarcas, las mansas tórtolas se alimentan en plateas de trigales y potreros de risas confitadas, batucadas de gorriones se adueñan de las galerías de sauces, palmeras, acacias y arremeten con todo su vigor para avivar los ánimos de todos los parroquianos y la gallada emplumada, uno tras otro los días desfilan y se funden en el alegre y deslumbrante escenario de oro solar, maravillando al espectador con sus ingeniosas y alegres comparsas y las noches se truecan en idílicos vitrales de quebradizas acuarelas siderales y de exóticas frutales fragancias, pero que magnífica, que diáfana atraviesa la estación vertiendo de sus vivas, atiborradas y deslumbrantes carpas florales, su dulce, grácil y carnaval substancia mágica.