Y los días transcurrían. El ritmo acelerado con el que discurrían la descolocaba.Pese a todo prefería la rapidez a la lentitud, así que se decía...¡ todo va bien! Y así se autoconvencía.
Se autoconvencia de que podía con todo, que la prisa no la vencería, y que el ritmo acelerado de su corazón era tolerable. Pero no lo era... ¡ En realidad no lo toleraba!
Ya no tenía sueños... ¿ Para qué tenerlos si nunca se cumplen? y sin saber porqué había arrojado la ilusión al cubo de la basura.
Ya no vivía.Había llegado a la conclusión que lo mejor era sobrevivir, pero no porque la esperanza fuese lo último, según decían,que se perdía, sino porque no había más remedio que continuar. A veces dudaba si seguir en línea recta o seguir trayectorias más tortuosas... Las más de las veces seguía éstas últimas... total se decía ¡ todos los caminos llevan a Roma! Y Roma era la decepción.
Y si la meta era la decepción ¿ cómo hacer para no alcanzarla?. Deseaba encontrar un obstáculo que se lo impidiera... ¡Dios,cómo lo deseaba!, del tipo que fuera... Una caída, una esperanza, una ilusión, un nuevo reto... algo que retrasara alcanzar esa meta tan conocida...
Debería estar acostumbrada, lo sabia... Pero realmente no lo estaba... Parecía como si no se empachara nunca, como si fuese un saco sin fondo para ellas... Total una más ¡ que importa!.
Había leído, no sabia muy bien donde \" profunda la herida que deja ciega la ilusión \",y llegó a la conclusión que debía ser cierto.
Esta vez seguiría el camino recto, ¡ A ver que pasaba!...