Amalia Lateano

EL ABRAZO

 

Sólo fue escuchar el grito y saberlo. Lo esperaba desde hacía más de dos años.Se fue acercando de a poco, en puntas de pie. De día y de noche sabía de su presencia.

Nunca estuve dormida, ni de noche cuando lo presentía. Es más, me ponía a soñar con su sonrisa …

Ese día, al llegar, se inclinó junto a mi y me tomó la mano y me llevó al dormitorio. Allí estaba cómo dormido. Lo abracé cómo cuando era un bebe, mi pequeño niño.

Mi bebe.

Entonces escuché que me decía que me amaba muchísimo. Más que a nadie. Y me abrazó de atrás tomándome fuerte de la espalda, cómo cuando me sorprendía. Fue tan físico el abrazo que me acurruqué entre esa fuerza invisible que sentía.

Y me incliné para mirar sus ojos verdes, para besar sus mejillas aún tibias y para recibirlo en mi corazón, también cómo cuando era mi bebé. Busqué el calor de su cuerpo que se apagaba lentamente.

La impotencia me sumía en un aletargamiento.La realidad no era tal para mis ojos que lo veían a mi lado.

 

Amalia Lateano

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