Tu adiós anticipado...
decretó que aquel estío
que ya había resignado
su esplendor al desvaído;
Y que hilaba mi consuelo,
con perfume de gerberas,
y advertía al blanco cielo
que en enero no lloviera,
Que ni tenue bruma hubiera,
por si todo el vasto suelo
no más riego prefiriera
que el rocío de mi duelo;
Tu adiós anticipado,
decretó que aquel estío
ya no fuera un mustio vado,
sino un recio labrantío.