DEMÓDOCO

AMO LA UNIVERSIDAD NO «APEDREADA» NI «INFECTADA»

 

Por Alberto JIMÉNEZ URE

 

En el curso de mi vida,

 

Procuré despertar con mi amada

 

Y venerada Universidad de Los Andes.

 

 

Caminaba cada madrugada

 

Hacia el «Edificio Central del Rectorado»,

 

Donde su Oficina de Prensa era mi hábitat.

 

 

Admito [que]  ahí experimenté

 

Por cuáles causas un alma es «mater»:

 

Nunca frustraba ni obstruía mi pensamiento,

 

Sino los numerosos hipócritas que la hirieron.

 

 

Leía y escribía profusamente ahí:

 

Donde igual discernía sobre cualquier temática,

 

Sin permitir ser castigado por hacerlo, pero alerta.

 

 

Abomino a ciertas personas

 

Por haber –vanamente- estudiado en aulas

 

De una institución universitaria que no lo supo.

 

 

Quienes no respetaron la Universidad se delatan

 

Exhibiéndose socialmente pandilleros y enemigos

 

De cualquiera que rechace el fratricidio e intolerancia.

 

 

Son tan numerosos como infames aquellos

 

Que no se instruían, sino fomentaban sabotajes

 

Con el único y aborrecible propósito de malograrnos

 

La existencia a quienes entendíamos que la sabiduría

 

Comporta pujar a favor de la Libertad, Cultura, Fraternidad,

 

Expresión de ideas, el fomento de la Igualdad y Hermandad:

 

Sin promover lesivas tesis políticas, filosóficas o religiosas.

 

 

En el curso de mi vida, he querido

 

 

Una institución académica libertaria:

 

No apedreada, contaminada ni amordazada.