Oel se resginó a guardar silencio. Lo comunicado entre la realidad y el recuerdo del mundo que habitaba son meros vistazos rápidos que llegan en la juventud de la madrugada. Su manos están inquietas y ansiosas, casí que llorando, auque él lo ignore, suele ser esclavo de sus delirios. Estos que son como si alumbrara un tren a medianoche en su cara y justo en el momento se detiene para dejarle su cara metálica esculpida de por vida en tus entrañas. Es un asalto de elefantes y arqueros montados y sus adentros estallan, entre chirridos y risas infantiles. Oel sale casi siempre a comprar cigarrillos, no es un fumador consecuente, al contrario, había intentado dejarlos pero a veces la voluntad es un hilo blanco. Se sienta y obsetva las alturas, la punta de la noche aterriza y vuelve el ensueño de los ojos abiertos. Me refiero con esto al hechizo lúmino de incertidumbre diaria, en esto Oel podía pensar unas cuantas horas. Oel podía estar pensando y siendo pensado.Las preguntas eran vidrios en su garganta. La verdad de Oel aún se desconoce, pues hace mucho que no sale de casa, le hace ritos al silencio efímero de sus cuartos vacíos, blancas paredes altas, él sabe que todo es un misterio. Y cuando se da cuenta, cómo todos los días, se vuelve a quedar dormido.