Tú, epicentro de mis movimientos telúricos
poniendo a temblar mis ganas, mis ansias.
Onda elástica que derribas mis penas,
haciendo de ellas escombros de alegría.
Tú, ola suprema de un tsunami que todo lo arrasas.
Tornado y viento huracanado que me envuelve
dejándome en el sitio seguro: el cobijo de tu cuerpo.
Tú, granizo que caes de súbito golpeando los latidos
de mi corazón.
Tu voz, relámpago que lo ilumina todo.
Después de tanto, soy un superviviente cayendo
en cuenta que no existe fenómeno natural con
la magnitud del resultado de tus locuras. Y al final,
eres tú la calma.