Traigo en mi mano una rosa
que de el pueblo tomó el color
de su sangre derramada
yo le llamo revolución…
Esta rosa trae espinas
con un filo tan atroz
con el que defiende al pueblo
para el que nació
No distingue de diestras
ni de siniestras
ambas manos del pueblo
soportan el mismo dolor
Donde una cadena,
sea cual sea el color,
se cierne sobre las sienes del pueblo
nacerá la rosa de la revolución
y es obligación del poeta
alzar en alto la voz
por los que han caído
por los que el miedo dominó
es la mano del poeta
que grita REVOLUCIÓN
Y si el pueblo cae herido
ha de ser la poesía
compresa para la herida
más no calmante al dolor
pues el dolor es precizo
para que no se olvide
la consigna de Espartaco
¡MUERTE O REVOLUCIÓN!