De Sefarad... la rosa hoy nos danza,
entre tácita corona deshojada...
entre pálida y anárquica presencia
por el trazo inalterable del olvido,
y entre labios de diamante
se me anuda...
entre cálices de oro cristalino,
entre lánguidos y homéricos
brocados...
por la gracia inalterable
de su ombligo.