Lloro, como lloran las poetas,
a cuenta gotas,
con el alma,
línea a línea,
siendo la hoja su almohada.
Lloro, como se llora en los cuentos de hadas,
con los sueños entre lágrimas,
y la ilusión en sus mejillas.
Lloro, como en las historias de terror,
con el miedo en los poros,
con el temblor en los ojos,
con el grito a flor de labios.
Lloro, como lloran los rebeldes,
con furia oscura en el espíritu,
con el ego herido,
con el orgullo entre versos.
Lloro, como lloran los niños,
con la inocencia por crudezas no conocidas,
con efímera esperanza de acortar distancia
por su ansiado muñeco,
con la sonrisa de fe, que este llegará.
Lloro, como lloran los condenados,
con lamentos profundos de dolor,
con el último deseo en su pupila,
con los pies heridos por tanta espina en su camino.
Lloro, como llora la muerte,
sin llanto en la iris,
fría, sosegada, altanera.
Lloro, como solo lloraba ella,
lloro un lunes,
cuando ella solo lloraba los domingos.
LoreCruz
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2017