HectorFlores

Tarde.

En la tarde el cielo derretía 
(casi estrellada y ya con luna), 
el bosquejo de lo que fuera un día, 
sobre el inmenso lienzo de su puna.

En mi ser la agonía era pura: 
se volvía de vidrio mi alma, 
mientras recorrían su figura, 
mis ojos repletos de calma.

En su tarde mi mirada difluía: 
trataba de volverse día, 
de pintarse,

sobre su inmenso cuerpo que amanecía; 
ella trataba de anochecerse, 
de ocultarse.