Inerme ante tus encantos
donde al sucumbir no hay excusa
sintiendo, sin asueto,
ascendiendo hasta lo que era ajeno;
presto sublime a opciones fugaces,
mejor puesto a en gloria consagrarse.
Mi grácil ser, atenuado por la timidez,
incapaz aún de afronte
fascinado obediente,
y por convicción, sumiso
aclama las prontas memorias,
de la cual, entre regocijos,
la dueña innegable podrías proclamarte.
Y arrostrando el ego sereno
pues de indiferencia estoy desvaído
altivo al deseo de haberte conmigo
con brazos abiertos y labios dispuestos,
bajo miles de estrellas y nubes en duelo.
Propongo discreto, bravío consciente,
testigo claro, entendiendo su significado:
escoger cariño perpetuo, o un gran tormento;
entre júbilo pasajero, o mis más afines miedos.