PISANDRO

OTOÑO

 

                                 

Otoño, regazo melancólico

donde se refugia el verano,

relajando sus excesos,

ya casi olvidados.

 

Tiempo que decidí de tristeza

en mis infantiles años,

al ver una  mustia y solitaria hoja

caída, que ilustraba el calendario.

 

Emociones renovadas, otro curso en ciernes,

el olor  a  libros nuevos, otros amigos,

la nostalgia de  la familia, del pueblo,

y aquellas malditas campanas que sonaban deprimentes.

 

Paraguas, lluvia, niebla y frío,

aroma  a castañas en la esquina,

aquel vetusto tranvía, recuerdo de  los muertos,

cementerio, llorosas flores  frescas  y tenorio.

 

Mañanas   frías que visten de blanco,

abrigadas por el tibio sol de otoño

hojas que el viento arranca y mece

jugando con ellas en un baile sinuoso

 

Los bosques  se  ponen de gala,

con todo su colorido, de canela

verde y ocres, poco antes de que el viento

los desnude y el  ciclo de la vida comience de nuevo.

 

Recuerdo de fiestas tardías, pueblos ya  vacíos,

canciones de siempre que sonaban  rancias y tristes

evocando nuestros recientes recuerdos veraniegos

de los que ya no están, de los que nunca estuvieron.

                                                                                       

Días cortos, largas e interminables tardes

noches oscuras de mágicas leyendas,

cuentos e historias  de ánimas y brujas

al calor  del fuego chispeando en los fogones

 

Naturaleza muerta, que parece evocar

cada año,  nuestro propio   otoño

recordándonos lo efímero de nuestros

coloridos  años jóvenes  y que pasa la vida.