Caminos para perderse,
entre curvas y encinas.
Vacas que pastan en libertad
y calles que son veredas
o grandes claustros monacales,
donde impera el silencio y las ruinas.
Fiesta en torno a la Virgen:
los hombres hacen la subasta
y las mujeres las empanadas.
Internet no llega
y un tractor viejo ha sustituido a la mula:
¿dónde está el progreso?.
Muros de piedras que separan fincas.
A la solana, vecinos comparten la vida.
Ríos que recuerdan la guerra del oro.
Puentes que despiertan el vértigo.
Pueblos que viven de recuerdos,
donde la juventud tiene canas.
Apenas quedan raíces:
generaciones han emigrado
al País vasco, Cataluña o América.
Mientras hay territorios que quieren ser nación,
aquí ya no quedan fronteras:
Portugal es el pueblo de al lado.
El reloj del tiempo parece estropeado,
sino fuera porque el sol se esconde.