Sabes que te pienso
amasando los minutos,
que busco desambiguar
el silencio,
esgrimiendo el filo de la voz
con que me iluminaste.
Sabes que voy hacia la tarde,
hacia la hora lúcida
donde me recupero
de la impaciencia,
donde despiertan
los paisajes,
que reposan calmados en los ojos.
Sabes que ando
persiguiendo tu cauce,
recogiendo las espigas húmedas,
que se fermentan,
en las orillas
redondas del camino.
Sabes que habito
levantando la frontera
entre tus manos y mis besos,
abanderandome
con tu presencia
para no echarte de menos.