La vida busca en sí misma su más alta expresión
resultado de lo cual nuestros hijos son.
Aunque con nosotros viven
a nosotros no nos pertenecen.
Nuestro amor podemos brindarles,
pero no nuestros pensamientos imponerles,
pues sus propios pensamientos
consigo traerán ellos.
Una casa a sus cuerpos podemos darles,
pero sus almas allí no debemos encerrarles.
Podemos desear a ellos parecernos,
pero no debemos intentar a nosotros conformarlos.
Pues hacia adelante corre la vida
y ella no es detenida.
Traducción del dialecto suizo
Por Ami Contreras B.
(original: Khalil Gibran, 1926)