Te escuché ayer rabiar mirándote al espejo,
contando tus arrugas del rabillo del ojo,
mas no he visto en mi vida cicatrices más bellas
que esas huellas que el júbilo ha dejado en tu rostro.
Te encontré siendo un niño de carita inocente,
pero te hice feliz y ahora soy responsable
de esos surcos hermosos que se te hacen odiosos,
que plasmé con el tiempo en el rabillo del ojo.
Quien arruga la frente ha vivido en enojo
y sufrió el que las trae en el borde de los labios;
más las dichas se exhiben en el rabillo del ojo.
Una, dos, tres líneas que surgen cuando sonríes.
una, dos tres líneas que beso cuando te amo.
El tiempo nos recuerda que hemos sido felices.
¡La alegría colmada no se puede ocultar!
Cuando frunces tu cara sonriente se dibujan
como suaves bosquejos en la arena del mar.
Yo me proclamo artista de esos trazos arcanos,
de esa obra inconclusa que no quiero acabar.
Una, dos, tres líneas dibujaré en tu rostro,
una dos, tres líneas que no puedes borrar.