Raquelinamor

LA MUÑECA DE TRAPO / Tema semanal del cuartel

Isidora mi muñeca de trapo,

Ella fue mi dulce compañía,

Tanto de noche como de día,

No vestía lujos sino harapos,

Pero ¡Oh cuanto yo la quería!

adorada por mí, fue la alegría,

hasta que un día gris volarìa,

de la basura a los cielos de Dios,

y yo siempre la recordarìa.

Cuento: Erase una vez en el lejano mundo del ayer,  que habìa una niña llamada Rebeca Isabel, tan pobre, tan pobre  que no tenia juguetes, ni muñecas,  vivía solitaria y triste,  no tenia amigos,  ni amigas con quienes jugar,  reìr, bailar,  o cantar, pues ella no estaba en el hogar con sus padres,  y hermanos, como la mayoría de los niños de su escuela, sino arrimada en la casa de su abuela paterna,  desde que apenas  tenia seis años de edad y por cierto...

Aquella abuela, no era la dulce abuelita de los cuentos de hadas,  ¡No señor! nada que ver,  era una señora dura, de carácter fuerte, muy estricta y no moderna, quien fue su maestra de la disciplina y el deber, la enseñò desde muy niña a barrer, a fregar  los trastos, a lavar su ropa a mano, a coser, a darle de comer a las gallinas y pollos, en fin,  a hacer mandados y emparedados, y a la que tambièn aprendiò a querer.

La casa era muy grande,  una antigua casa colonial, con salones, corredores, patios, tras patios, muebles,  cuadros antiguos que asustaban, y Rebeca  solo recordaba la humilde casita donde habìa nacido y adonde aùn vivía su madre, junto a sus dos hermanos el mayor  de nombre Néstor y el menor  a quien llamaban  Joseíto el niño, y los que veìa en contadas ocasiones especiales, ella era la hermana del medio, ùnica hembra y que en el divorcio de sus padres, al parecer fuese el mayor bien y en la repartición se la dieron de compañìa  a su abuela Jerònima , por lo que ese habrìa  sido su inesperado destino. 

Ya había pasado algún tiempo y la niña  solo quería atesorar los recuerdos y los cariños de su madre Marìa,  y por las noches lloraba hasta que se quedaba dormída abrazada  a una pequeña  muñeca de trapo, la cual  le habían hecho unas hermanas,  señoritas viejas, de esas que no se casan y quedan para vestir santos, que vivían rentadas en uno de los cuartos, y a las que poco se les veìa, pues se la mantenían por el día cosiendo y por la noches rezando.

Guardaba un pequeño retrato junto a ellas, apenas de dos o tres de su corta infancia, uno  frente al mar jugando en la arena y otro el mas significativo, el de su primera comunión  sola y vestida de blanco con una mirada lánguida y serena.  ¡Ah! Como le hubiera gustado a Rebeca, verse en un retrato junto a sus padres y hermanos, pero no fue asì, se lamentaba.

A su muñeca le diò por nombre Isidora y se convirtiò en su amiga de juegos, su confidente, su hermana, su consolaciòn ante el miedo,  su calor en las noches de invierno, y era a quien ella prodigaba su amor y cariño, la besaba y  arrullaba como a un niño y le hablaba de sus tristezas, hasta que un dìa, una mano egoísta la apartò de su lado,  fue en una limpieza brutal cuando  la arrancaron de su regazo y la enviaron al bote de la basura, y fue tanto su dolor, que no comprendìa, porque se le  dijo que tanto  amor era malo,  una locura, dañino a la salud,  una perdida de atenciòn al estudio y además no se justificaba porque   ya la niña habìa crecido.

Y sin embargo, Rebeca llorò amargamente en silencio su ausencia, quedaba en su vida un nuevo vacìo, pero...ella aprendiò a soñar y a cantar mirando al cielo,  al ver las palomas volar tarareaba esta canciòn..``Palomita blanca,  cópetico azul, llévame en tus alas a ver a Jesùs y a mi muñequita Isidora vestida de tul.``

Y colorìn colorado hasta acà mi cuento infantil, o mejor dicho un recuerdo de mi gris infancia, que dejò huella en mi ser.

Raquelinamor

Octubre 12, 2017