En aquel tarde fría y lluviosa
de repente, un ataque de soledad
les agarró mirando sus vasos vacíos;
la última copa ó tal vez una más
A su invitación ella aceptó,
una copa más y hasta mañana,
labios aburridos manteniendo una plática
mientras sus ojos conversaron en silencio
Las circunstancias repartieron los naipes,
de apuestos altos ellos bien de acuerdo,
aprención desafiada de buena gana,
su aceptación a confirmar
De pasión sensual su noche evidenció,
una ternura de intimidad compartida,
pero las lágrimas derramadas a separarse,
no de tristeza, sino de su para siempre Saudade;
como la luna, Selene y el sol, Helios
ellos habían disfrutado su propio eclipse