El eco del cerro partía el aire antes de morir.
Entre los pinos que crecieron y sus celos
nos dejaron sin el juego del espejo sonoro.
Inmutable sigue el cerro, aunque silente
por esa interferencia de follajes glaucos
y no advierte el granito que ha perdido vida.
Mas, como todas las vidas, vive aun después
de que murió lo tangible y el recuerdo
mantiene el grito que partía el aire
como espejo de ondas sonoras.
De mi libro \"Desde aquella Strelitzia\". 2014 ISBN 978-987-1977-32-1