Gabriel Brito

Diana II

Ella estaba parada en el puerto, al horizonte en

silencio miraba, mientras una canción le dedicaba el viento

, y la brisa sus cabellos besaba.

 

¡Quién hubiera visto el cielo! Que tan azul ese día estaba,

mientras el corazón de ella viajaba,

a lugares inciertos se marchaba.

 

Yo sé que ella a lo lejos,

perdida en un bosque de eterna mañana,

caminará por entre los lirios, buscando al que su alma ama .

 

Y cuando haya llegado a donde se pierde el sol en el horizonte,

a la secreta morada, más allá de los mares; en el valle de las rosas blancas.

 

Una voz le dirá:

—Anda vuélvete por el camino;

no dejaré que el tiempo hoy, se convierta en tu asesino.

 

Y la enviará con una rosa blanca en la mano, para que recuerde su destino,

y una vez agotados sus días,

entonces, tendrá para siempre; un encuentro divino.

 

Gabriel Brito