Alberto Escobar

Madre

 

 

Cuando mis primeros ojos marfil herido
De blanco radiante.
Cuando mi rosada carne caliente, vencido
Tras de un largo, estrecho trance.

Cuando mi voz prorrumpía rompiendo
El expectante silencio,
Allí aguardabas queda, temiendo
Un fatal desenlace,

Pues broté al siglo morateado y negro.
Pues salí a la superficie medio muerto.
Tú me legaste toda la fortaleza
Que me preside, que ataja la maleza
De la incierta enfermedad
Que me espera, que no llega
Por fortuna. Todavía.

Ahora, al paso de cuantiosos años
De dicha y bienestar
Recojo los retales de antaño,
Cuando tú me alumbrabas
Con tu sonrisa,
Los pongo sin prisa
Sobre el paño de mis recuerdos
Para elevarlos a ti cual cáliz del alba.

Bendigo tu simiente que toma acero
En mi cuerpo
La estirpe que arrastras venero
En tu esencia
Hasta hacerse con mi uña dedo.
Solo me queda decirte que mi amor
Sigue diáfano, completo.
Añoro tu olor.

Espérame en el cielo.