Una tarde un niño escucho que no ibamos
a sobrevivir y bajo sus pies livianos,
las baldosas se desordenaron,
ese verano se volvio polvo en los ojos.
Más tarde, en la noche, su boca fue un quebranto,
lloró al saberse mortal, lagrimas secretas
brillarón en la oscuridad de esa verdad
encontrada y al fin, la acepta.
Comprendió que, aunque el arbol sea joven,
su sombra sera vieja, llena de años,
nacida hace mucho tiempo atras,
con un final inevitable.