Otra mañana ominosa,
péndulos, los rayos de sol
fustigan el vergel de rosa,
en un sonsonete de hora tras hora.
El aire rancio, el cielo rojo ladrillo
el alma mortecina, de rojo rosa,
viva, encarnada, doliente,
Y los caninos chirrían,
y al espíritu, hora tras hora
tic toc, tic toc, fustigan sin perdón su ladrido.